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Artistas de Tenerife e Islas Canarias - Pintores
 
Carlo Forte
Nombre: Carlo Forte
Nacionalidad: Española
Fecha de nacimiento: 11 de Mayo 1943
Lugar: Piacenza (Italia)
E-Mail: Consulta
Teléfonos: 922 725 274
Página Web:  fontecarlo.com
Artistas Tenerife
Biografía
Desde muy joven mostró un interés y una habilidad excepcionales por el dibujo y la pintura. Desinteresado totalmente por las enseñanzas académicas de la escuela, pasaba las clases dibujando y retratando a los profesores y a los compañeros, lo cual le causó más de un conflicto en la escuela. Pero esta etapa también le reportó éxitos en los concursos escolares de dibujo y, su participación como tenor en el coro de la escuela, despertó su pasión por la música

En su juventud tuvo que pasar por todas las etapas requeridas por las convenciones propias de la familia y la sociedad en las que había crecido: estudió en la Escuela Superior, hizo carrera en el Ayuntamiento como Secretario del Alcalde hasta que sintió la necesidad de un cambio radical en su vida. En los años 70 aceptó un trabajo como responsable administrativo en el proyecto de la carretera del café en Etiopía, ésta fue su primera evasión hacia nuevos horizontes; pero todavía no estaba preparado para un cambio definitivo.

Al terminar el contrato volvió a Italia y aceptó un trabajo como director del departamento de Tráfico y al mismo tiempo continuó sus estudios de Ciencias Politicas y Sociales en la Universidad de Pavía, pero sin olvidar nunca su atracción por el arte: en su tiempo libre participaba activamente en el Grupo de teatro “La Canea”. Tres años más tarde realizó su doctorado en Ciencias Políticas y Sociales y terminó esta etapa de su vida con una segunda crisis existencial, que culminó en un viaje a Las Islas Canarias en el año 1976. La belleza de la isla de Tenerife le cautivó y su vocación artística prevaleció sobre cualquier pensamiento práctico y, finalmente, su corazón se abrió sin reservas hacia su camino predestinado como artista.

Los primeros años se impuso una autodisciplina y se dedicó al dibujo y la pintura de retratos y paisajes en un estilo figurativo minucioso. Esta pintura era apreciada por el público siempre presente en el sur turístico de la isla. Siguieron años de inquietudes espirituales que lo llevaron a India, Oregón, y Sudamérica, que le permitieron sentir y finalmente transmitir lo que sus ojos veían. A su regreso a Tenerife, su estilo de pintura cambió.

Los colores almacenados durante los años de viajero -los colores de África, de la India y sobre todo la luz de las islas del sur de la Italia de sus orígenes- empezaron a salir de su alma y de su pincel. Los “Paisajes del alma” llenaron sus telas de alegría e intensidad. Carlo definió este estilo de pintura como “intuitivo”, algo surgido desde un espacio de silencio y de meditación; del corazón y no de la mente.

En 1983 las construcciones en toda la isla de Tenerife y sobretodo en la costa, cambiaron profundamente su paisaje y la energía que Carlo amaba. Decidió retirarse hacia la montaña para perseguir la paz y el silencio. Encontró en Arona las ruinas de una construcción del siglo XVIII y se dedicó a restaurarlas.

Esta decisión fue el comienzo de una expresión de arte no intencionada, pero inspirada y sensible: piedra a piedra, flor a flor, árbol a árbol fueron plantados en una armonía perfecta, como una composición de música donde las notas fluyen naturales hasta crear un espacio ideal para la expresión artística.
En este periodo Carlo no dejó de pintar y dio inicio a los cursos de pintura y meditación.

Sus alumnos llegaban de todos los rincones de Europa para aprender a conectarse, a través de él, con su propia creatividad. De la necesidad de alojar a sus alumnos nació la idea de ampliar “La Casa del Pintor” y convertirla en una casa rural con cuatro casitas independientes rodeadas de preciosos jardines.
Actualmente, Carlo imparte sesiones individuales de pintura intuitiva y además el alojamiento rural está también abierto para huéspedes que quieren relajarse y disfrutar de la naturaleza.

Carlo ha exhibido sus obras en diferentes países europeos, Estados Unidos, América Latina y con más frecuencia en muchas salas de la propia isla de Tenerife. Ahora su Casa Rural es el lugar que él considera ideal para exponer sus pinturas

Exposiciones

1969 - Hotel Hilton, Adis Abeba (Etiopia)
1995 - Galería AAA, Lugano (Suiza) y Galería Cosy, Piacenza (Italia)
1978 - Raftevold’s Gallery (Noruega)
1996 - Arte Domus, Los Cristianos (Tenerife)
1981 - Galería Eden, Quillota (Chile) y Hotel Bolivar, Lima (Peru)
1999 - Casino, Santa Cruz (Tenerife)
1986 y 1987 - Sala Cultural Villa de Adeje (Tenerife)
1999 y 2001 - Casa de la Cultura, Los Cristianos (Tenerife)
1989 - Ermita San Miguel, La Laguna (Tenerife) y Casino - Santa Cruz (Tenerife)
1990 - Arte Galería, Granadilla (Tenerife)
desde 2003 - La Casa del Pintor, Arona (Tenerife)

Premios y distinciones
1959 - 1° premio nacional de pintura del Touring Club Italiano en Bornio (Italia)
1984 - 1° premio, Portland (Oregon, USA)
1964 - Medalla de oro de l’Ente provincial de Turismo Varazza (Italia)
Cuadros - Técnica mixta sobre madera. Medidas 60x60, 60x120, 90x120, 120x90, 120x120
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
Cuadros de Carlo Forte
 
   
 
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Historia y leyenda de Tenerife

La Historia de las Islas Canarias están presentes, desde siempre, en la leyenda, como aquellas tierras míticas que se encontraban más allá de Las Columnas de Hércules, del estrecho de Gibraltar, camino del Mar Tenebroso.

Aquí situaron muchos autores clásicos el Paraíso, los Campos Eliseos o el Jardín de las Hespérides, aunque uno de los primeros testimonios fiables sobre las islas se lo debemos a Plinio, que en el siglo I, nos habla de una expedición enviada por el mauritano rey Juba hacia las islas, de la que le llevaron, como recuerdo de la aventura, unos enormes perros de los que se deriva el nombre del archipiélago: Canarias, de can o canes.

Hay, todavía, soberbios ejemplares de una raza autóctona de perros de presa isleños, de fiero e impresionante aspecto, llamados verdinos (o bardinos, según las islas).

No es de extrañar que, en las primeras narraciones legendarias o históricas, sobre Canarias, se hiciera, casi siempre, mención a Tenerife, a la que se denominó también Nivaria, puesto que, en estas latitudes, la estampa de una enorme montaña nevada, visible desde muchos kilómetros a la redonda, emergente por encima de las más elevadas nubes, debía impresionar vivamente a aquellos antiguos navegantes.

Las islas, hasta su conquista por los europeos, que se prolongó a lo largo de casi todo el siglo XV, estaban habitadas por una población, posiblemente de origen norteafricano, sumida en el paleolítico, aunque con ciertos atisbos de una cultura ligeramente superior en lo que se refiere al aspecto religioso y artesanal.

Los guanches -moderadores prehispánicos de Tenerife- vestían toscamente con pieles y todo apunta a que ignoraban el arte de la navegación.

Sin embargo, enterraban cuidadosamente a sus muertos, momificándolos, con técnicas muy eficaces, en algunos casos, y tenían un gusto especial por los adornos.

Trabajaban el barro, si bien desconocían el torno, y sus lanzas -añepas- acababan en afiladas puntas naturales de piedra volcánica.

Muchos autores antiguos -y aún algunos modernos - opinaban que las Islas Canarias serían los restos visibles y más elevados de un continente hundido: La Atlántida.

Y los guanches serían los descendientes de los atlantes. Los hijos y nietos de los habitantes de las montañas de aquel legendario mundo, que de pronto, tras la hecatombe, se habrían visto transformados en isleños a su pesar.

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